lunes, 25 de enero de 2010

25/01/2010

Víctor Balcells MatasLA PARTIDA

Lo dijo acurrucado en una esquinita, tan liviano y silencioso, pero hablando con fuerza y poder, con un vaso de agua en la mano: Me marcho de casa. Su padre, ojeante de periódicos y su madre con la boca abierta, se cotejaron. ¡No es posible!, gritó madre, dejando a merced del viento el grito. Mirad, ya tengo la maleta, dijo él, descurrucándose, mostrando un maletín con cepillo de dientes. Adiós, muy buenas. ¡Y dónde vas!, dijo padre, tomando el cuchillo, aplicándolo a la tostada. A vivir con mi novia, dijo él. ¿Pero qué novia?, dijo madre, interrogante, no tan corrupta como el tinte de su pelo. La de siempre, dijo él. ¿Cuál de siempre?, dijo padre. ¡La que he traído cada día a casa!, gritó él. ¡No has traído nunca nadie a casa!, gritaron padre y madre. ¡Cada día!, gritó hijo. ¡Nunca la hemos visto! ¡Siempre la habéis visto! ¡No nos la has presentado! ¡En cada sobremesa habéis hablado con ella! ¡No! ¡Sí! Surgía un nopodermiento, el aire se estancaba, las cosas parecían más solas y tristes. Y no sé si fue él quién lloró por su esquizofrenia o si fueron ellos, al final, quienes temblaron por la posibilidad de los fantasmas.

jueves, 14 de enero de 2010

15/01/2010

Víctor Balcells MatasROCK AND ROLL


Estaba con un amigo. Le comenté ciertas dificultades. A mí, que tanto me gustan las palabras, le dije, ¿por qué me cuesta tanto hablar? Él cerró el puño y tosió, se atragantó felizmente en un banco de la Plaza Real de Barcelona. No seas estúpido, me dijo. Comprueba en cualquier espejo, en cualquier lago -sin caerte en él- tu boca. Verás que no es una boca hecha para hablar, eso es evidente. Se trata de una boca hecha para besar. Mira esto. Mi amigo se levantó y llamó a una turista haciendo una mueca horrorosa. What happened to the rock and roll?, pareció decir ella con su ropa de popera farsante. Lo que ocurre, ser de lengua bífida, reina de la discoteca, es que mis ojos fueron hechos sólo para verte, esta es mi desdicha, y mi boca fue hecha solo para besarte. Lo que ocurre es que una vez, buscando algo de vida encontré en una lápida una triste inscripción: “Despertad y escapad de esa soledad taciturna que os devora”. Y es curioso, pero tiene sentido. Esa inscripción se parece al primer verso de un poema que nunca terminé: “Disfruto tanto con tu belleza que me parece imposible”.