lunes, 15 de marzo de 2010

15/03/2010

Víctor Balcells MatasANDREA

Godard, Godard y mamá, que tiene miedo del viento. Tu café sin azúcar por la mañana: dijiste que la dulzura tenía que estar en otra parte. ¿Pero dónde? Besos, besos y no quiero volver a escuchar nunca más Suzanne, de Leonard Cohen. Duermo con la persiana subida y me gusta el vino, Ferdinand, ¿tú alguna vez has matado a alguien? Bueno, ahora tienes que marcharte. Yo recuerdo las cosas a través del tacto. No recuerdo una piel tan lisa. Se lo confesé al vendedor de cervezas de la esquina, que me miró y contestó: cerveza-beer, un euro. El dolor de coger el metro, el frío de pensarte en un campo de fútbol. Aquel a quién amas está lejos y en la puerta de tu corazón pone: prohibido entrar con bicicletas. ¿Y qué? Golpes, ráfagas, hélices de gestos, tactos; todo el tiempo olores nuevos y un girar mentiroso del humo por tu cadera; me pregunto cuántas películas hizo Woody Allen sobre ti. Sobre ti; tú que durabas, tú que fuiste más que el tiempo, que me hiciste olvidar por un rato la palabra cementerio: gracias. Gracias por haberme enseñado a estar más cerca de tu belleza, que de la mía.


1 comentario:

  1. ¿marzo del año pasado? Por aquel entonces, ¡tú no conocías a Andrea! ¿Cómo es posible? Nuestras vidas, a la vez. Tu vida, sin embargo, por adelantadao. Dime qué más pasará. Eres fiel al futuro.

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